Las voces de mi interior en su versión sana y patológica

Este apartado sobre las voces de mi interior se basa en el excelente libro de Lourdes Garrido Mayo, titulado "El puzle interior".

 

En nuestro psiquismo interno se aglutinan multitud de voces, algunas más aceptadas que otras, aunque todas tienen su razón de ser. Y tales voces pueden llegar a ser problemáticas si nos atascamos en ellas en versiones exageradas. También es problemático hacer todo lo contrario, silenciarlas y hacer como si no estuvieran ahí, expresándonos algo fundamental de nuestra vida.

 

Sin más preámbulos, empecemos a explorar estas voces o aspectos.

 

 

    • La voz del protector:

 

Tal voz está ahí para protegernos, pero veamos cómo actúa cuando es un aspecto que intentamos acallar y que dejamos en nuestra sombra y cómo actúa cuando lo aceptamos y lo tenemos sanamente aceptado en nuestro “yo”.

 

La voz protector patológico: hace que me cierre demasiado en relación con los demás. Sin embargo, si no hago nada de caso al protector es cuando puedo ponerme en peligro real.

 

La voz del protector sano: cuando puede expresarse libremente da capacidad de defenderse y de proteger su espacio cuando es necesario, de esta manera, uno puede estar tranquilo y abierto a la experiencia, mientras tal voz  le está protegiendo. 

 

 

    • La voz del controlador:

 

La voz del controlador patológico: aparece en forma de preocupación por muchas cosas a la vez, y que además son incontrolables.

 

La voz del controlador sano:  sirve para hacer una planificación eficiente y tener capacidad práctica para solucionar los problemas o dejar listos los detalles que necesita cualquier actividad, y hacerlo con atención consciente. Además, esta voz, si es sana, sólo se activa cuando hace falta.

 

 

  • La voz del escéptico:

La voz del escéptico patológico  duda de todo con gran desconfianza. No deja experimentar lo que se presenta como nuevo y otras cosas que se sienten amenazantes. Y encerrada en el sótano de la sombra, tal voz se manifiesta en forma muy nerviosa y siempre en alerta.

 

La voz del escéptico sano duda de todo, aunque sin desconfianza sino con apertura y una invitación a comprobar las cosas. Evitando el apego excesivo a cualquier creencia, haciendo que siga investigando, en modo de espíritu investigador, para aprender muchas cosas y avanzar.

 

 

  • La voz del miedo:

La voz del miedo patológico: cuando no se acepta tal voz, y se pretende negar, hace más presión para salir, viéndolo todo como peligroso.  Aveces se activa constantemente ante situaciones de peligro no reales e imaginadas. Sale en forma de ansiedad, problemas con las relaciones con los demás, problemas con el sueño, y en formas muy diversas. Desde la sombra, esta voz hace tener miedo de que los demás te rechacen y te dejen solo, etc.

 

La voz del miedo sano: es una atención vigilante, cuidadosa y serena, que avisa cuando puede existir un peligro real del que hay que protegerse. Así cuando hace falta, se activa, pero si no hace falta, se quedo vigilando por si acaso, pero de una forma tranquila, y precisamente por ese cuidado uno puede estar tranquilo. Esa voz ya no tiene que activarse en las ocasiones en las que no hace falta y que no hay peligro.

 

  • La voz del enfado:

La voz del enfado patológico aparece de una forma desmesurada, cuando no hay motivos suficientes e incluso con quien no tiene nada que ver con el enfado original real. Después de salir de esta manera, muchas veces, viene la culpa. Además a esta voz, si no la aceptan, se vuelve en contra de uno mismo.

 

La voz del enfado sano es energía de creación con dirección hacia lo que realmente  se quiere hacer. Es vitalidad y potencia. Pone los límites necesarios para la protección de mi mismo, rechazando cosas que no son buenas, y aceptando las que sí son buenas, seleccionando cosas o situaciones, escogiendo palabras adecuadas y acciones adecuadas para protegerme. Es el aspecto de mi que discrimina lo que quiero hacer en cada momento desde las motivaciones más elevadas y sin hacer daño a nadie, pues las motivaciones más elevadas son las que incluyen a la humanidad entera. Soy justo y ecuánime.

 

  • La voz de la culpa:

La voz de la culpa patológica hace que me sienta culpable, responsable de las cosas que haga, pero desde la sombra es capaz de discernir cuando tiene que hacer su trabajo y por eso, en algunos casos, está casi continuamente activada, llegando a acarrear culpas que realmente no son mías. Además, cuanto más se la quiere rechazar y dejar en la sombra, más mordaz se torna para con migo mismo para con los demás. Desde la sombra, hace mantener las relaciones de dependencia insana.

 

La voz de la culpa sana es  responsabilidad misma, y hago ver cuál es mi responsabilidad y cuál la de los demás, tomando consciencia de los límites propios y de los límites de los demás respecto a mi. Ayuda a poner orden entre los diferentes aspectos de la persona. Soy pura consciencia de mí mismo y de los demás y esto es lo que me permite desarrollar una sana compasión. Llamo a la voz del controlador cuando hace falta y, si hubiera alguna amenaza, llamo a la voz del protector. Tal voz es la que detecta primero las cosas, otros voces son las que lo ejecutan. 

 

  • La voz de la mente pensante:

La mente pensante patológica:  a pesar de ser muy valiosa, tal voz aveces no se acepta por creencias negativas, del tipo que sólo hay que sentir, no pensar. Sin embargo, reprimida en la sombra, puede llegar a ser un estorbo, y tener que salir en forma de parloteo mental continuo y luego viene la queja de que no puedo relajarme. Se activa cuando no hace falta y cuando hace falta, más bien, se bloquea. Contribuye enormemente en el mantenimiento o recaída en la depresión, pues da vueltas y vueltas con bucles de pensamientos irracionales que hacen que me sienta hundido. Confirmo mis propias profecías autocumplidas negativas. Y además, cuando no acepto la mente pensante es cuando desde el inconsciente reprimido me hace pensar de forma irracional. No la acepto, pero contradictoriamente no hago otra cosa que frecuentar esa voz, aunque desde la sombra.

 

La voz de la mente pensante sana: es condición indispensable, aunque no suficiente, para el desarrollo de la conciencia. Es pura claridad mental, aporta un entendimiento de una apertura infinita, aporta un espacio que alberga a cualquiera de los otros aspectos como, por ejemplo, las emociones. Es como el espacio de la casa, cuanto más grande es la casa, cuanto más espacio ofrece la mente, más cómodamente pueden convivir y desarrollarse todos los demás aspectos y "voces". 

 

 

  • La voz de la responsabilidad:

La voz de la responsabilidad patológica: cuando no se la deja hacer bien su trabajo, lo que hace esta voz, desde la sombra, es dar mucha importancia a pequeños detalles que no tienen tanta importancia, como para que sienta responsabilidad, pero de otra forma no la quiero ver. Incluso puede hacer que sienta responsabilidad por cosas como la guerra o las cosas negativas del mundo, en lo cual no tiene mucho control. También trabaja mucho para deseos y responsabilidades de otras personas, es decir, suele hacer que haga justo lo que los demás esperan que haga.

 

La voz de la responsabilidad sana: es la conciencia de lo que puedo hacer por mi mismo, por los demás y por el mundo. Es un buen capitán de barco, sabe perfectamente el gran potencial que tienen cada uno de los aspectos de mi mismo, y con este sentido da sentido a mi vida.

 

 

  • La voz del deseo:

La voz del deseo patológico: es horrible tenerla hablando desde el sótano psicológico, pues se vuelve muy fuerte y potente, pero como no la dejo hacer bien su trabajo, tiene que manifestarme deseando cosas imposibles que llego a creer que son posibles, y cuando no las consigo hace que me frustre muchísimo. También desea cosas para ¡ya! Quiere tenerlo lo más rápidamente posible y, si no, amenaza con la frustración. Además, desea todo lo que tienen los demás, y me frustro porque pienso que no puedo tenerlo, así esa voz se convierte en envidia. Puede llegar a ser como el malo de la película que desea todo el poder ¡ya!, al servicio de un narcisismo patológico con el que puede llegar a desear cosas malvadas. Al tenerla en la sombra, se acumula en forma de energía que se mueve en negativo, como un motor al que no se le deja aumentar el ritmo ni correr ligero, bien engrasado para dirigirse a algún lugar.

 

La voz del deseo sano: es el motor del mundo, está bien engrasada y se le deja libre hacer su trabajo, por tanto, selecciona muy bien los objetivos, es muy cabal, consciente de lo que uno puede desear o no, es muy realista, sabe cuales son los límites, aunque también sabe cuál es mi gran potencial. Puede diferenciar lo más importante de lo menos importante, así se activa cuando de verdad merece la pena que me dirija hacia un objetivo. Y cuanto más profundo es este objetivo y más beneficioso para mi y para los demás, más energía despliega y más claridad mental de concentración pone en marcha  esta voz, para ver las posibilidades reales de conseguir eso. Gracias a tal voz o aspecto interno, puedo conseguir grandes cosas en la vida. 

 

 

  •  La voz de la envidia:

  

La voz de la envidia patológica: está todo el día fijándose en los demás, en lo que tienen y en lo que son, los toma como modelo, de hecho es de lo que aprendo, es la propia admiración, pero desde el sótano de lo reprimido y no aceptado, no puede hacer bien su trabajo, que sería precisamente aprender de los demás, y entonces se manifiesta en forma de tristeza por no poder darme lo que otros tienen y que yo quiero, sintiendo una gran impotencia y un gran dolor. Creo que no merezco tener o ser nada de lo que veo en los demás, y por eso tengo a esa voz metida en la sombra, pues creo que no me sirve, pues pienso que no voy a poder nunca tener eso que quiero, y encima me avergüenzo de mi porque creo que admitir la envidia me hace quedar mal ante los demás, por eso, si por casualidad la nombro, es para decir: "es sólo envidia sana", aunque desde aquí poco sana puede ser. 

 

La voz de la envidia sana: es un impulso, un deseo concreto de crecer y aprender, para que pueda desarrollar todos mis potenciales. Cuando veo cosas que los demás tienen o son, ahora sí creo que puedo llegar a conseguirlo, aunque también esa voz en su versión sana me hace ser realista, y me ayuda haciendo que me fije en lo que me gusta de los demás y del entorno y, gracias a ella, tomo buena nota de cómo eso se ha creado o conseguido, entonces es cuando activa al deseo sano, para que ordene todas las notas que he tomado en mi investigación y aprendizaje, y las dirija hacia un fin concreto y sano. Se puede llegar a convertir en admiración. Cuando medito sobre la envidia sana, es cuando puedo verla de forma más clara y descubrir que es aquello que hay en mi sombra dorada. La sombra dorada es todo aquello de que no me creo digno de tener o de ser y, sin embargo, al menos potencialmente, ya lo tengo o ya lo soy sin saberlo. La voz de la envidia sana es la que me lo señala para que pueda verlo, y desde luego, me es mucho más sencillo cuando me relajo y abro mi mente, es decir, cuando medito.

 

 

  • La voz del yo herido:

La voz del yo herido patológica: desgraciadamente mantengo esta voz encerrada en el sótano, la guardé como un secreto, me avergüenzo de ella, creo que si la muestro, van a pensar que soy débil o que estoy desequilibrado, o simplemente no me van a creer, pues en realidad es lo que me ocurría con esta voz en la infancia, sufría en silencio y sentía que nadie me iba a tomar en serio por ser un niño, además muchas veces me prohibían llorar, y entonces decidí meterla en un armario del sótano, iba a visitarla de vez en cuando y lloraba y me desahogaba de todo ese dolor que sentía, luego me iba y seguía haciendo mi vida, disimulando que no pasaba nada. Aunque, cuando fui mayor, dejé de visitarla, y la voz del yo herido sintió más necesidad de salir del sótano, y desde entonces intenta salir como puede. Sale para enseñar mis “heridas de guerra” y quejarse como puede, así ha logrado hacer algunos buenos amigos, que a su vez también me enseñaban sus “heridas de guerra”, y así compartíamos cosas importantes que nos unían más. Muchas veces ni me acuerdo de esa voz, a pesar de sus esfuerzos en aparecer, y entonces cuando veo sufrimiento en los demás sí me acuerdo de ella. Abandoné esta voz en la sombra inconsciente, al sentir que los demás me abandonaban, y encima, a veces, acuso a los demás de falta de atención, cuando yo mismo no atiendo este aspecto de mi. 

 

La voz del yo herido sana: ¡qué alivio reconocer esta voz! Su trabajo se agradece, y tiene una función heroica, pues recoge todo el sufrimiento, para que todos los demás ámbitos o voces del "yo" puedan seguir funcionando con normalidad. Su presencia en mi vida es inevitable, y ahora me he dado cuenta, siempre estará presente en mi vida, así es que es mejor dejarla en libertad hacer su trabajo. Es el dolor de las cosas que duelen inevitablemente. Puede parecer un aspecto muy desagradable, porque nadie quiere sufrir, pero sin dolor tampoco hay placer y disfrute en la vida, pues la encierro, hago lo mismo con una parte de la capacidad de disfrutar y ser feliz, pues en realidad tales voces están unidas como dos caras de una misma moneda.

 

 

  • La voz del borde:

La voz del borde patológica: se comporta borde con los demás, pero no exento/a de hacer sentirme culpable luego. No aguanta ciertas cosas en los demás y por eso reacciona así, está muy resentida, de hecho es una forma concreta que tiene el enfado de manifestarse. Como a la voz del enfado aveces no la dejo salir del sótano, sale la voz borde para salir camuflada, y la uso, muchas veces, como si fuera el perro pequeño que no deja de ladrar y molestar, pero que es inofensivo. Es como si sólo le dejara ladrar para asustar un poco y así conseguir cosas como que me dejen en paz o que no me den más trabajo que no quiero hacer. El caso es que es como la válvula de escape de la olla a presión y el enfado la olla. Su función es ser borde para asustar a los demás y que no me hagan daño. Como, en la versión patológica, esta voz está en el sótano, y no puede apenas ver, tiene que ladrar todo lo que pueda, por si hay peligro para intimidar. Tengo creencias negativas hacia esta voz, porque pienso que si sale me va a espantar a todo el mundo y nadie me va a querer. Me acostumbré desde pequeño/a a complacer a los demás por miedo a perderles, y entonces terminé trabajando en un sitio que no quiero y haciendo cosas que, en verdad, no quiero, y si dejara libre la voz del enfado, podría ayudarme a realizar lo que quiero y entonces sí que tendría el reconocimiento de los demás.

 

La voz del borde sana: ya no tiene que ladrar tanto, muchas veces se quedaba afónica. Ahora sólo ladra cuando tiene que hacerlo, es decir, cuando hay un peligro o un desconocido con malas intenciones reales de intimidarme. Esta voz es un buen guardián. Cuando no hace falta, simplemente observo tranquila. Tengo amigos y gente que me cae bien, sin embargo, hay otras personas que no me caen tan bien y cree que pueden hacerme daño, entonces es cuando se activa. Ayuda a ser prudente y perspicaz, y a que no me engañen con cualquier cosa ni con buenas maneras. También me ayudo a rechazar las cosas que no quiero, sin miedo a que me abandonen y a dejar el camino seguro y despejado, sin malezas, para poder avanzar y desarrollar lo que quiero en la vida, empujado por el enfado sano como motor.

 

 

  • La voz del niño abandonado: 

 

La voz del niño abandonado patológica: está claro que se siente abandonada, no atendida ni cuidada. La abandoné en el sótano siendo niño, y entonces si necesitaba algún cuidado, no me daba cuenta. Siente una tristeza muy profunda. Quizás pensé que abandonándola en el sótano de la inconsciencia desaparecían algunos problemas, como tener que ir al médico o como escuchar el sufrimiento que la propia vida me va provocando. Parece que nunca había tiempo ni dinero para mi cuidado. Entonces seguí adelante pensando que tal voz ya no estaba, y así con el tiempo fue aprendiendo formas para ser vista y atendida. De hecho, su trabajo es pedir ayuda, y aprendió entonces a salir con la obediencia, era solícita, haciendo que ayudara a los demás en todo lo que podía, para ver si luego me ayudaban a mi, pero no siempre era así y eso me frustraba mucho. Desde entonces trata de salir como puede, y como aprendió de qué manera le hacían caso, sale haciendo reír a la gente o entristeciéndola con su desgracia. También consigue atención gracias a alguna habilidad que he desarrollado o cosas en las que soy bueno y sobresalgo respecto a los demás en general.

 

La voz del niño abandonado sana: ahora puede hacer bien su trabajo, y es que me ayuda a cuidarme, pues su trabajo es pedir ayuda, aunque no a los demás en primer lugar, esa era su forma de salir desde la sombra, sino, en primer lugar, pidiéndome ayuda a mi mismo, y si realmente no puedo, entonces es cuando pido ayuda a los demás. Tal voz llamaba tanto la atención porque no le hacía caso, y entonces tenía que pedir ayuda fuera. Me llamo la atención con las cosas que me hacen daño. Es como una alarma, y se activa cuando mi cuerpo o mi mente necesitan algún tipo de cuidado. Ahora que la acepto y la valoro, es la voz que hace que me cuide con la alimentación, las revisiones pertinentes en los médicos, el deporte, la relajación y la meditación. Cuando algo va mal, me avisa, y entonces sí la escucho, así me previene de múltiples problemas. 

 

 

  • La voz de la víctima: 

La voz de la víctima patológica: desde el sótano, su función es quejarse y sufrir, siempre sufrir por los daños hechos en el pasado y en el presente. El yo herido recibe el daño, lo recoge, pero la voz de la víctima es la que sufre viendo lo que le hacen, sufre porque le gustaría evitarlo, pero no puede y menos desde el sótano, así se siente aún más impotente. Es tal la sensación de impotencia, que le parece sucumbir de rabia y agresividad, incluso fantasea, en ocasiones, con vengarse y matar a quien me produce el daño. Sin embargo, si le dejara hacer bien su trabajo, al menos, no acumularía tanta rabia o podría hacer algo más de lo que puede hacer desde la sombra. La metí aquí de niño, porque me parecía que nadie me hacía caso y además esta voz no le gustaba a los mayores, y como quería tener el amor de los mayores, pues la aparté, pensando que no servía para nada. Desde ahí no hace más que darle vueltas a muchas cosas sucedidas en el pasado. Los daños sufridos en el pasado, sobre todo en la infancia, ya no sólo no puedo evitarlos o hacerlos desaparecer sino que incluso en la infancia, antes de meter esa voz en el sótano, no hubiera podido hacer mucho más que llorar o enfadarse por diferentes cosas para quejarse y ser vista, y así los mayores me podían solucionar mis problemas. Esas eran casi mis únicas maneras de protegerme. Aún así se producían daños, esos ya eran inevitables para mi, yo no pude hacer más, por eso, entre otras cosas, pensé que esa voz no servía para mucho y la metí en la sombra. Aunque desde ahí no hace más que llorar y activar al enfado no integrado o patológico, y creo que podría tener más recursos si dejara hacer a la voz de la víctima su trabajo, que podría activar a más aspectos o voces para trabajar en equipo.

 

La voz de la víctima sana: su función es alertar cuando se está produciendo un daño, cuando está ocurriendo algo injusto para mi, con el objetivo de que no se produzca más daño. Yo entiendo que hay un daño inevitable por las propias características de la vida, pero intento que no se produzca el daño evitable, el que esta voz puede evitar haciendo sonar la alarma, quejándose y haciendo que sienta dolor. También activa a otros aspectos que se encargan de protegerme. El daño podrá cesar poniendo los remedios apropiados en cada situación y trabajando en equipo. En definitiva, haciendo su trabajo con libertad, es la voz que señala cosas que no son favorables para mi, ayuda a ver qué es lo negativo y a evitarlo haciendo que diga o haga lo que sea necesario, sobre todo, activando al enfado integrado que sabe muy bien qué es lo que se debe hacer en cada caso, no sólo para mi bien, sino para bien de la humanidad. Si esta voz no estuviera presente, yo sufriría más dolor aún del que la vida me depara irremediablemente. Estaría más desprotegido aún ante todo lo exterior. Sabe perfectamente cuándo tiene que hacer sonar la alarma, quejándose si eso es lo necesario para la situación, y es gracias a poder darse cuenta de lo que está pasando en cada momento. Desde aquí se convierte en pura consciencia del aquí y el ahora. Sólo se queja cuando es necesaria para evitar un peligro, se limita a ser consciente y a hacer lo que se puede hacer en cada momento, aquí y ahora.

 

 

  • La voz del crítico: 

La voz del crítico patológica: puede ser un saboteador por excelencia, lo critico absolutamente todo y de manera radical y voraz. Para hacerse ver desde la sombra, utiliza el sarcasmo más hiriente y la ironía más agria, así se siente fuerte, incluso más que los demás, al fin y al cabo es su forma de protegerme, ya que de otra manera no la dejo. Su función es criticar para discernir, aunque, como no le dejo hacer bien su trabajo y la tengo encerrada en el sótano, tiene que manifestarse de estas formas como puede, de hecho, a veces, se alía a otras voces de la sombra, como el enfado, y consiguen juntas sabotear aquello que me proponga. Y todo para que de una vez la pueda ver y me dé cuenta de que en esas tareas que pretendo hacer, esa voz del crítico es fundamental.

 

La voz del crítico sana: es el mismo discernimiento, es entendimiento. Con su capacidad crítica, ayuda a que discrimine las cosas que son buenas para mi, de las que no. También tiene un papel muy importante en el aprendizaje, pues hace que me dé cuenta de qué cosas tengo que reforzar y qué ajustes tengo que hacer para que ese aprendizaje se produzca con éxito. Trabaja en equipo con la voz del escéptico para que haya una suficiente apertura y se produzca un desarrollo continuo de la persona, evitando así que me estanque. De esta manera me facilita el camino para conseguir mi más profundo objetivo en esta vida, el máximo desarrollo de todo mi potencial.

 

 

  • La voz del servicial:

 

La voz del servicial sana: su misión es muy importante, es prestarme servicio a mi mismo en primer lugar, es así cómo luego podré saber cómo hacerlo también con los demás, aunque la tengo metida en la sombra, y desde ahí le es muy difícil hacer su trabajo bien, y al final está al servicio de todo el mundo, sin distinción. Mi aspecto servicial está agotado y además  se siente explotado y manipulado, lo utiliza para quedar bien con los demás, para que me quieran, esto es una de las cosas que hacen que tenga dependencias con los demás. Y, sin embargo, luego me creo muy independiente, pero no podré ser independiente de verdad si antes no reconozco esa voz y la empiezo a valorar, pues me va a ayudar a ser independiente en realidad. Tengo miedo a ser egoísta y creo que con esta voz estoy a salvo de ello, aunque termino siendo más egoísta de lo que quisiera, porque cuando la utiliza así, desde la sombra, no dejo que me preste su servicio a mi primero, y entonces quedo desatendido enfadándome después porque me siento abandonado y no he hecho lo que realmente quería hacer. Incluso, a veces, le echo la culpa a los demás y termino siendo muy egoísta. Esta voz es la que me puede ayudar a saber lo que quiero de verdad, pues me ayuda a liberarme de las dependencias con los demás, y así surge más fácilmente lo que quiero. 

 

La voz del servicial sana: tiene su propio espacio para hacer su trabajo y así está muy feliz, me presta servicio a mi mismo, me ayudo en todo lo que puede y me proporciona todo lo que necesito para estar bien, como buena alimentación, deporte, meditación, lectura, trabajo y dinero, etc. Está atenta a lo que necesito y así me proporciona mis cuidados para que tenga bienestar y siga creciendo. Me hace fuerte e independiente. Uno de sus trabajos más importantes es ayudarme a que descubra cual es mi vocación en la vida, y luego me ayudo a cuidarla. Es la mejor manera que tengo de prestar servicio a los demás. Cuando soy capaz de sentirme y conectar esa voz en el sentido más profundo, me ayuda a sentir la unidad.

 

  • La voz del juez:

La voz del juez patológica: hace juicios continuamente, sobre todo cuando hago lo que me apetece. Cree que las cosas sólo se pueden conseguir con esfuerzo, con sufrimiento y sacrificio, eso es lo que comprueba que el camino escogido es el correcto. Esto es algo que me enseñaron bien y esa voz lo asumió. Todos esos “debes”, “no debes”…, esa voz se hizo cargo de todo eso, y en cuanto puede me lo recuerda a mi mismo desde la sombra, me hace sentir mal porque no le estoy haciendo caso. Cada vez más, hago lo que quiero y eso es algo que esta voz no me puedo permitir, por tanto, cuando hago lo que quiere, me recuerda constantemente que eso está mal y que debo hacer lo que me dice. No la acepto porque me recuerdo a mis padres, y siento que me aprisiona con sus juicios. Aunque fuí yo mismo el que creé esa voz así. Aprendí todo esto como una parte de mi moral, la asumí en mi y luego la metí en la sombra, porque no me dejaba hacer lo que quería, e interfería con mis intereses.

 

La voz del juez sana: ¡vaya, qué liberación!, parecía que desde la sombra no podía ser la voz del juez. En realidad, me habían convencido de que mi papel era el mismo que el juez de mis padres. Desde pequeño se me enseñó a hacer lo que se debe, nunca lo que se quiere, pues era considerado algo egoísta e inmaduro. Había que seguir lo establecido, lo que el contexto creía, y ese contexto decía que había que sacrificarse continuamente, y así se sabía que se estaba en el camino correcto moralmente. Por ejemplo, con la profesión elegida, esa era una de las cosas donde más influía el contexto, era una decisión definitivamente importante, o por lo menos existía la tranquilidad de estar siguiendo la corriente de los demás, y parecía afianzarse así la seguridad y evitar la soledad. Sin embargo, cuando era pequeño, la voz del juez integrada y sana aún no había nacido, se estaba gestando mientras aprendía lo que me decían que era la vida. Aunque cuando realmente pudo empezar a desarrollarse fue cuando comencé a comprobar por mi mismo como era la vida. Mas, para entonces, ya había asumido, en parte, lo que decía la moral externa. Una vez que el juez interior ya tenía una identidad, aunque no la suya propia, sino una tomada del exterior, entonces eso me impedía muchas veces descubrir lo que realmente quería hacer en la vida y me creaba conflictos. Por eso la metí en la sombra, y desde allí, sólo conseguía hacerme sentir mal, sobre todo porque se basaba en juicios que no provenían de mi interior. Ahora que he integrado de forma sana esta voz, puede ser mi aspecto que haga juicios que provengan de mi interior, ese es su trabajo y lo que más le gusta hacer. ¡Qué curioso!, hace lo que, en lo profundo, más le gusta hacer, justo al contrario de lo que creía cuando estaba metida en la sombra. Trabaja en estrecha relación con la voz del crítico, pues esa es la que le trae toda la documentación necesaria, ayudada por la mente pensante, para que emita sus juicios basados en la mayor evidencia posible.

 

 

  • La voz del niño inocente y vulnerable:

 

La voz del niño inocente y vulnerable patológica: aquí, en la sombra, se siente bloqueada, tiene miedo, no la dejan salir, porque dicen que se tiene que saber comportar, ser madura, hacer como hacen los demás y cumplir un montón de expectativas. Pero esa voz no entiende nada de eso, no sabe qué es todo eso, sólo sabe que en la sombra se está oscuro y es muy sensible a la oscuridad y en general a todo. Es muy vulnerable y por eso necesita a los demás para su protección, para sobrevivir, por eso intenta hacer todo lo que le dicen. Muchas veces está contenta, y entonces yo saca a pasear esta voz y se la enseño a todo el mundo. Pero cuando estoy triste, o con miedo, entonces la escondo aún más.

 

La voz del niño inocente y vulnerable sana: ¡qué gran alivio salir de la sombra!, exclama esta voz. Ahora se da cuenta de que es el aspecto que hace que yo sea espontáneo, que tenga creatividad, que esté alegre, pero también me permita vivir el dolor, que me permita ser yo mismo, auténtico. Claro que necesita protección, pero ahora que está integrado y aceptada, también está perfectamente protegida por las demás voces integradas, y sabe cuando tiene que salir y hacer su trabajo. Sobre todo sale en las situaciones de intimidad, también me ayudo a hacer amistades y a relacionarme con los demás con naturalidad, ya no tiene que temer nada, porque el protector la protege muy bien. Cuando medito, esta voz se convierte en fluidez, en frescura, en lo que nace constantemente.

 

 

  • La voz del celoso:

La voz del celoso patológica: tiene miedo de que la persona a la que más quiero me abandone, porque crea que le ha fallado en algo o porque no sea lo suficientemente buena, guapa, lista… A veces, cree que no es merecedora de que la quieran, y siente un gran dolor, porque ve a tantas personas con tantas cualidades, que cree que, en cualquier momento, la persona a la que quiere se dará cuenta de que puede tener algo mejor y que no es suficientemente buena o merecedora, por eso le asaltan todo tipo de miedos al respecto. Intento, entonces, controlar o estar atenta a la persona que quiero, por si puedo evitar que me abandone. Pero, ¿por qué sufro así, cuando no me baso en nada real? Se siente confusa, pues aquí, en el sótano, no sabe realmente qué pasa ahí fuera. La he abandonado ahí, porque no era de mi agrado, y no pegaba con mis creencias, entonces, ¿cómo, esa voz, no va a tener miedo de que también los demás la abandonen?

 

La voz del celoso sana: ¡qué reconciliación más bonita! Ahora, esta voz, se siente tan querida, que han desaparecido esos miedos irracionales. Es bienvenida, totalmente aceptada, querida, y ahora no se tiene que esforzar para ser lo mejor posible y que los demás le quieran, porque yo ya la acepto tal cual es. ¡Vaya!, acabo de descubrir que esa voz es la que me ayuda a sentirme querido por los demás. Es más, esa voz es la que me da el amor que necesito, ese por el que tanto luchaba desde la sombra compitiendo por tener el amor de otras personas. Es la que hace que yo me acepte tal cual soy. Es todo amor y entrega, y cuando la rechazan y la meten en la sombra, es cuando se llega a creer que el amor se acaba, que es finito y que quizá se acabe antes de que llegue a mí y me quede sin mi trozo. Pero ahora que está totalmente integrada, sólo puedo ver que es amor infinito.

 

 

  • La voz de la depresión:

 

La voz de la depresión patológica: está abatida, desolada, abandonada, triste... Yo no la dejo expresarse realmente, y tiene que salir como puede. La única escapatoria que le dejo, es hacer que duerma mal o que duerma demasiado y así esté como anestesiado. También sale en forma de ansiedad, miedo e irritación contenida. Otras veces hace que me bloquee hasta tal punto que me sienta incapaz de trabajar o de comprometerme con diferentes cosas o personas o de hacer una vida normal, aunque también, a veces, la sublimo aprovechándola para mi creatividad. Creo que tengo miedo de lo que supondría si la saco de la sombra, porque tiene ideas equivocadas, pienso que va a acabar conmigo. Sin embargo, encerrándola es cuando me hago más daño. Esa voz me podría aportar cosas, como la aceptación de los sentimientos que considero desagradables e intento evitar con mi neurosis, sentimientos que son parte de esta vida, como la vulnerabilidad. Aceptándola, me ayuda a vivir la vida más plenamente, con todo lo que conlleva.

 

La voz de la depresión sana: ahora sí tiene espacio para expresarse, tiene mucho espacio y aceptación, y está muy integrada en mi persona, tanto que se diluye conmigo, transformándose en pura ecuanimidad, pues ahora no la rechazo, ni la juzgo, se convierte en imparcialidad de juicio y en constancia de ánimo. Estando integrada se convierte en el testigo inmutable. Ahora puedo permitir los cambios en el estado de ánimo de mi pequeño yo. Al permitirlos, dando este espacio, los cambios se hacen mucho más suaves, así, Yo, como testigo, y yo, como cambios en el ánimo, nos hacemos uno.

 

  • La voz del orgullo:

 

La voz del orgullo patológica: esa voz, lo único que puede hacer por mi, es mantenerme con un sentido de dignidad, sobre todo, cuando peor estoy anímicamente y, desde la sombra, puesto que no la acepto, la única forma que tiene de hacerlo es desconectándome de los sentimientos que considero negativos, por ejemplo, la debilidad y la vulnerabilidad o el enfado. Entonces hace de muro de contención para que, de cara a la galería, todo parezca en su sitio, así como los músicos del Titánic, aunque me esté derrumbando, esa voz tiene que protegerme para que no vean que estoy mal, pues creo que me pueden hacer daño. Es el mismo sentido de dignidad, la auténtica valía de ser, aunque no la acepto, porque no me creo que valgo, ni que sea digno. Claro, a esto, yo mismo lo negaría rotundamente, por eso se llama sombra el lugar donde se encuentra este aspecto o voz. Entonces sólo le dejo decorarlo todo, para que, al menos hacia el exterior, no se sepa lo que, en realidad, está pasando. Mi función desde aquí, es poner un decorado. La voz del orgullo, desde la sombra, piensa que sólo la quiero para eso.

 

La voz del orgullo sana: ahora la acepto y puede hacerme sentir mi propia valía y dignidad, es decir, puede hacerse ver e integrarse conmigo. Ya no necesito que alguien me diga lo que valgo, ni tampoco hacer o conseguir muchas cosas para valer, ni siquiera necesito disimular cuando estoy mal, al contrario, lo expreso de una forma natural, y así me siento más digno aún. Cuando me muestro tal como soy, con lo bueno y con lo malo, es cuando la siento de una forma más intensa e integrada, me hace sentir conectado a mi verdad más profunda y satisfecho conmigo mismo, aún con mis errores y limitaciones. En esta voz encuentro mi valor intrínseco.

 

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Escribo lo que he aprendido de este módulo

El aprendizaje necesita su tiempo y atención para su asimilación, por eso te invito a que tengas un cuadernito y vayas escribiendo y plasmando en tus propias palabras lo que vas aprendiendo. Basta una página de tu escritura a mano por módulo, y así el aprendizaje se irá asimilando mejor.

 

Además, te sugiero que describas en tu cuaderno, qué voces pensabas que tenías que acallar, qué voces tienes que cuidar más para que se expresen de forma más íntegra.


Y ahora ya puedes pasar al último módulo, titulado "ACTUAR", clicando en el botón de justo aquí abajo.