Tipos básicos de misticismo según Wilber: hacia la Plenitud y hacia la Libertad

 

Ken Wilber, después de haber estudiado en profundidad muy diversas formas de misticismo de hombres y mujeres, de épocas pasadas y de la actualidad, tanto de oriente como de occidente, ha llegado a la conclusión de que hay dos tendencias básicas de misticismo, el que tiende hacia la Libertad y el que tiende hacia la Plenitud. Veamos a continuación en qué consisten estas dos tipologías básicas.

 

Empecemos aclarando que, desde el punto de vista no dual, la forma es vacío y el vacío es forma. Mas no predomina el vacío por encima de la forma, ni la forma por encima del vacío. Se unifican en una visión que va más allá de la simple suma de sus componentes. Son las dos caras de la misma moneda, la moneda no puede existir con una sola cara. En el estado no dual, ves claro que el Vacío es forma, y que la forma es Vacío. Ahí, el mundo de la forma observada, y la Vacuidad clara y abierta del "Yo Real Testigo", son vistos como uno (o mejor dicho no dos). No hay nada que se sienta como un sujeto o Yo separado de un objeto o lo atestiguado, tampoco hay una interioridad separada de lo exterior, aunque estas distinciones pueden ser reconocidas, mas la identidad no se asocia a ninguna de ellas. Se trata de la Esidad única de lo que es, siempre resplandeciente. Ya no ves las estrellas allí, lejos de ti, sino que eres las estrellas. Entonces puedes beberte el océano en la palma de tu mano.

 

Ahora bien, en el camino hacia la consecución de esa no dualidad subyacente, el misticismo suele tener unas tendencias naturales, hacia la subjetividad o hacia la objetividad, o dicho con otras palabras, el misticismo que tiende a la Vacuidad del Testigo puro sin objeto y el misticismo que tiende a la Plenitud de la forma, los cuales no están reñidos entre sí, sino que convergen en el misticismo no dual. Es decir, en la no dualidad simplemente los dos tipos de misticismo que ahora vamos a examinar se desvelan como aspectos diversos de una misma realidad. Pasemos a ver en más detalle en que consisten, a grandes rasgos, estas dos tendencias místicas. 

 

En el inicio de la realidad manifiesta, cuando el Espíritu no manifestado sale de su Misterio y se manifiesta, y las primeras dualidades que se distinguieron fueron sujeto y objeto (Testigo y lo atestiguado), y singular y lo plural. Estas dos dicotomías básicas en el origen de la manifestación del universo de la forma son representadas como los 4 cuadrantes de la Teoría Integral de Ken Wilber.

 

 

 

 

La conciencia del hombre místico o la mujer mística, puede dirigirse hacia la raíz del sujeto, hacia el "Yo Real" puro y Libre de todo objeto, o en cambio, puede dirigirse hacia la unicidad con Todo el mundo y su multiplicidad de formas, seres, objetos, etc., hacia un misticismo de la superabundancia luminosa, desbordamiento de gracia y presencia espontánea.

 

Cada una de estas dos tendencias básicas de misticismo, se expresará de manera peculiar en cada época, cultura, región e incluso variará en cada persona, tomando unos rasgos y matices únicos, aunque en este artículo nos centramos en las dos tendencias básicas de misticismo.

 

Son 4 los impulsos metafísicos que la postmetafísica integral requiere: 2 verticales, transcendencia, impulso ascendente (Eros), e inmanencia o impulso descendente (Ágape), por el cual lo superior alcanza y abraza a lo inferior o lo igual. Y 2 impulsos horizontales, comunión e individuación.

 

Para empezar a poner ejemplos prácticos de las diferencias entre estas dos tipologías místicas, la gente con tendencia energética de Eros (que en la tradición taoista sería de polaridad tendiente a yang) se siente más cómoda sentándose inmóviles y observando desapegadamente durante horas su experiencia interna en la misma postura. En cambio, la gente con tendencia energética de Ágape (que en la tradición taoista sería la tendencia energética yin), se siente mucho más cómoda con la meditación en acción, moviéndose, bailando y expresando sus emociones a través de la devoción amorosa (bhakti en la tradición védica).

 

Por otra parte hay gente mística que está más impulsada hacia la individualidad y otra gente mística más impulsada hacia la comunión (relación).

 

Según David Deida, un 80% de las mujeres expresan una polaridad energética con su núcleo tendiente a Comunión, Plenitud o Ágape; un 10% expresan una polaridad tendiente a la Libertad o Eros; un 80% de los hombres expresan una polaridad energética con tendencia a la Libertad o Eros; y un 10% de Ágape. El 10% de las mujeres y el 10% de hombres que faltan tendrían las fuerzas más equilibradas. También dice que los hombres tienden más a la Libretad no por oposición a la Plenitud, sino como un énfasis en su personalidad, como unas preferencias (lo mismo pasa con las mujeres). Y lo que es más importante, que equilibrado energéticamente no significa mejor (ni peor) que encontrarse más hacia un polo, pues esta tendencia energética de la personalidad sostiene la construcción posterior de todo el ser.

 

Ahora detengámonos un momento, para no perder de vista la realidad no dual. Pues resulta que esos dos pares de impulsos opuestos sólo son aspectos de una realidad única indivisa, no dual. Entonces, Eros (trascendencia) no puede existir independiente de Ágape (inmanencia), ni viceversa. Por eso, quien se fuga hacia Eros y se olvida del otro polo, da pasos hacia la iniquidad, pues esas dos fuerzas se necesitan de forma absoluta. Y Eros sin Ágape deriva en Phobos (miedo). Y quien se fuga hacia Ágape y se olvida de Eros, también emprende un camino desintegrador, entonces Ágape sin Eros se torna en Thánatos (muerte).

 

De la misma manera, por ser manifestaciones en el mundo de los opuestos (o dualismos) de una realidad no dual subyacente, los impulsos de individuación y comunión se necesitan mutuamente de forma irresistible. Entonces en el caso de llevar demasiado lejos la tendencia de comunión y olvidar por completo la individuación, hay personas místicas que se fundirán demasiado con sus relaciones, hasta el punto de confundirse, con ninguna o poca autonomía, individualidad o autopoder y definiéndose por completo en función de sus relaciones o en función del grupo. Eso, más que comunión es una empanada. Y por otra parte, en el caso de llevar demasiado lejos la tendencia de individualidad, y olvidar por completo la comunión y relación con los demás, aparece el libertinaje y la falta de compromiso con otros, que también conlleva a resultados desastrosos.

 

En la mística, el resultado de focalizarse en el "Yo" observador vacío (sujeto) o en la Imagen compleja unificada (objeto), no necesariamente implica, como ya he dicho, una disfunción, pues la mayoría de personas tienden más hacia un polo que hacia el otro. Mientras no sea extrema y llegue al extremo de disociarse de su componente complementario, cualquiera de ambas opciones puede convertirse en el fundamento de un tipo de implicación mística.

 

El énfasis en el sujeto desemboca en varios tipos de misticismo sin forma. De este modo, el componente de Eros, evolución, pasa a primer plano y la conciencia erotizada alberga el aspecto ser/conciencia/beatitud de la Divinidad manifiesta. Con este énfasis, a menudo el misticismo conduce a una Presencia sencilla y silenciosa, plena en el Ahora atemporal y que flota espontáneamente y sin esfuerzo en una dimensión anterior al tiempo.

 

 

 

Cuando lo que se subraya, por el contrario, es el componente objeto (de la dualidad sujeto-objeto), el resultado es lo que Wilber denomina un misticismo superabundante, un misticismo desbordante o un misticismo de Presencia espontánea. En tal caso, las texturas de todo el mundo manifiesto se abrazan con un amor y una bondad casi infinitos, y una Presencia al presente del mundo pasa entonces a primer plano.

 

 

Y en la no dualidad, como dijo Aurobindo, la conciencia del sujeto se encuentra con la conciencia del objeto. Ahí se unen la capacidad levemente mental de atestiguar y la capacidad más corporal de sentir. Ahí se "descongela" el Testigo, relajando su postura distante típica, y dando un paso atrás testimoniando todo lo que ocurre mientras descansa en su propia Vacuidad no sentida y pasa a tocar o sentir lo que está atestiguando, y posibilitando así un mayor acercamiento entre el Testigo distante y la forma corporal/sensación.

 

Finalmente, sujeto y objeto empiezan a desvelarse como totalidad unificada, y se trasciende tanto la mente representacional, es decir, la mente que privilegia lo epistémico, como la mente que privilegia lo óntico.

 

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